Desde hace 32 años disponemos de Constitución en España. Y poco tiempo después se convirtió la fecha del referéndum que la ratificó en fiesta nacional. Como seguimos contando con el 8 de diciembre como día festivo (religioso), muchas veces se forma un largo puente laboral (periodo de descanso casi continuo) sumando estas fechas al fin de semana. Eso pasa este año, y ha pasado más veces. Aclaro que yo no estoy "de puente", porque mañana sigo con la rutina "laboral", aunque otros y otras sí disfruten de descanso todos estos días.
Hace once años (los mismos que tiene mi coche) me fui de viaje en el "puente de la inmaculada constitución", con unos amigos, a Londres. Fuimos en avión desde Málaga, sufriendo las consecuencias, no de la actitud de los controladores aéreos, que estaban muy contentos con los privilegios que les había concedido Arias-Salgado (ministro de fomento con Aznar), en 1999, sino con el caos que se convirtió en habitual en los aeropuertos por las privatizaciones impuestas por el PP y el desastre de la gestión en AENA. Tuvimos el correspondiente retraso, que obligó a la compañía aérea a pagarnos el almuerzo, aunque fuese de forma apresurada, pues también hubo cambio de horario, mientras comíamos. En el aeropuerto comprobamos como ese puente atrajo muchos viajeros a la capital británica. Allí nos encontramos con vecinos, amigos, conocidos y hasta coincidí con una amiga bloguera.
Y también coincidimos con los conocidos en los lugares típicos de la capital británica, que visitamos: la Abadía de Westminster, el Big Ben y el parlamento, la National Gallery, el Museo Británico, Chinatown, el mercado de Covent Garden, Downing Street, la catedral de San Pablo (cercana a la conocida "City"), y el palacio de Buckingham, donde comprobamos como los guardias resisten con paciencia los intentos de los turistas de hacerles perder la compostura, mientras se burlan de ellos o se hacen fotos junto a sus garitas. Paseamos por Trafalgar Square, por Oxford Street, viajamos por el célebre metro, estuvimos por el Soho, frecuentamos sus pubs, sus cervecerías, comprobamos los inconvenientes de cruzar las callas, siempre mirando a la izquierda, no fuese a atropellarte alguno de sus famosos y coloridos (sorprendentemente) taxis o autobuses rojos de dos pisos.. Camino de Piccadilly Circus, les dije a mis amigos: "Todo está lleno de españoles. Los que vamos por la derecha, chocando con los demás, somos españoles, seguro". Y uno de un grupo que iba delante se volvió al oírme y contestó: "Eso es verdad". Estuvimos parando en un hotel en Hyde Park, el jardín famoso donde se encuentra el Speakers' Corner, lugar donde cualquiera puede dar su discurso a los viandantes. Hizo frío, mucho frío (en las fotos llevo hasta bufanda) y, aunque estuvo casi siempre nublado, la lluvia nos respetó el viaje, hasta la vuelta al aeropuerto de Heathrow, para regresar a España, donde la lluvia no dejó respirar ni un solo día, como está pasando este año.
Anduvimos por los alrededores de la Torre de Londres, el castillo conocido por su función de prisión. Vimos a los Beefeaters, los guardianes del castillo, nos percatamos de la presencia de los cuervos, esos que tienen las alas cortadas, pues cuenta una leyenda que si esos cuervos dejaran la Torre desaparecería la monarquía. Una cosa que me llamó la atención fue el humor negro con que los británicos se toman la misión del castillo (prisión), anterior a la de cobijar las joyas de la corona. Muchos de los souvenirs que vendían en las tiendas para los turistas eran cadalsos o patíbulos con su muñeco para la ejecución vestido de época. En la foto estamos Pepe Gamero, Eva Lopera (que nos hizo de guía e intérprete, y que fallecería pocos años después) y yo junto al foso de la Torre, y con el Puente de la Torre (Tower bridge) al fondo.
En esta otra imagen estamos Reyes Lopera, Pepe y yo, con el Puente de la Torre al fondo. Un puente levadizo que se construyó en el siglo XIX, con un diseño que imita en estilo gótico (como el parlamento) y que vemos también en una foto que encontré, casualidades de la vida, trasteando por la red, donde se refleja un momento de su construcción. Así que, aquí con ésta tenemos una buena imagen representativa del otro puente, del "puente" viajero.
Y también coincidimos con los conocidos en los lugares típicos de la capital británica, que visitamos: la Abadía de Westminster, el Big Ben y el parlamento, la National Gallery, el Museo Británico, Chinatown, el mercado de Covent Garden, Downing Street, la catedral de San Pablo (cercana a la conocida "City"), y el palacio de Buckingham, donde comprobamos como los guardias resisten con paciencia los intentos de los turistas de hacerles perder la compostura, mientras se burlan de ellos o se hacen fotos junto a sus garitas. Paseamos por Trafalgar Square, por Oxford Street, viajamos por el célebre metro, estuvimos por el Soho, frecuentamos sus pubs, sus cervecerías, comprobamos los inconvenientes de cruzar las callas, siempre mirando a la izquierda, no fuese a atropellarte alguno de sus famosos y coloridos (sorprendentemente) taxis o autobuses rojos de dos pisos.. Camino de Piccadilly Circus, les dije a mis amigos: "Todo está lleno de españoles. Los que vamos por la derecha, chocando con los demás, somos españoles, seguro". Y uno de un grupo que iba delante se volvió al oírme y contestó: "Eso es verdad". Estuvimos parando en un hotel en Hyde Park, el jardín famoso donde se encuentra el Speakers' Corner, lugar donde cualquiera puede dar su discurso a los viandantes. Hizo frío, mucho frío (en las fotos llevo hasta bufanda) y, aunque estuvo casi siempre nublado, la lluvia nos respetó el viaje, hasta la vuelta al aeropuerto de Heathrow, para regresar a España, donde la lluvia no dejó respirar ni un solo día, como está pasando este año.
Anduvimos por los alrededores de la Torre de Londres, el castillo conocido por su función de prisión. Vimos a los Beefeaters, los guardianes del castillo, nos percatamos de la presencia de los cuervos, esos que tienen las alas cortadas, pues cuenta una leyenda que si esos cuervos dejaran la Torre desaparecería la monarquía. Una cosa que me llamó la atención fue el humor negro con que los británicos se toman la misión del castillo (prisión), anterior a la de cobijar las joyas de la corona. Muchos de los souvenirs que vendían en las tiendas para los turistas eran cadalsos o patíbulos con su muñeco para la ejecución vestido de época. En la foto estamos Pepe Gamero, Eva Lopera (que nos hizo de guía e intérprete, y que fallecería pocos años después) y yo junto al foso de la Torre, y con el Puente de la Torre (Tower bridge) al fondo.
En esta otra imagen estamos Reyes Lopera, Pepe y yo, con el Puente de la Torre al fondo. Un puente levadizo que se construyó en el siglo XIX, con un diseño que imita en estilo gótico (como el parlamento) y que vemos también en una foto que encontré, casualidades de la vida, trasteando por la red, donde se refleja un momento de su construcción. Así que, aquí con ésta tenemos una buena imagen representativa del otro puente, del "puente" viajero.