El verano es tiempo para relajarse, disfrutar de una bebida para refrescarse y jugar para echar el rato de ocio con los familiares y amigos. Aunque no todos lo entienden así. El ayuntamiento de Sevilla ha aprobado hoy una polémica ordenanza sobre ruidos. Un proyecto que llevaba un año parado y que ve el visto bueno del pleno de julio, el último antes de las vacaciones de verano. En la norma se incluyen diversos supuestos, y los que han llamado más la atención han sido las prohibiciones de jugar a los dardos o al dominó en las terrazas de los bares. Como estos juegos producen muchos ruidos, el ayuntamiento ha decidido prohibirlos, a pesar del arraigo histórico del segundo. No impide, sin embargo, que las procesiones desfilen haciendo ruido, ni que se toquen campanas en los cultos (antes, durante y después), a pesar de lo molesto que es, por ejemplo, que te despierten a las 8 de la mañana un domingo porque algunos estén de acto religioso. Tampoco está prohibido tirar cohetes durante los desfiles de las cofradías del Rocio (de 9 a 23 horas), aunque sí lo esté para otros particulares. El ayuntamiento, gobernado con mayoría absoluta del PP, distingue claramente entre las actividades que a ellos les place de las que nos gustan a otros. Y emplean su ordeno y mando para hacer valer sus preferencias, aunque también sean molestas para quienes no las secundan. Se nota, además, que José María Aznar no veranea en Sevilla, pues no podría disfrutar de esas famosas partidas de dominó que jugó en sus vacaciones de presidente del gobierno, en la castellano-leonesa villa de Quintanilla de Onésimo, patria de nacimiento de uno de los fundadores (Onésimo Redondo) de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), partido que se integró en la Falange de José Antonio Primo de Rivera. No le dejarían con esta ordenanza jugar en un velador al aire libre. ¿O sí? ¿Se repetiría esta imagen en Sevilla, a pesar de la dichosa ordenanza? Ay, ay, ay.
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