Durante el largo y espléndido paseo por Santillana del Mar, en nuestro viaje a Cantabria de este verano, además de comprar los habituales recuerdos del lugar, nos llevamos productos de la tierra, como los quesos, por ejemplo. O probamos las quesadas, los sobaos o la leche de vaca recién ordeñada, junto a la fotografía que colocaron a la puerta del Obrador Quevedo, lugar que salió en uno de los espacios del programa "Un país para comérselo" de Juan Echanove e Imanol Arias.
Unos de esos productos típicos de la tierra (además de las famosas anchoas, preferentemente de Santoña) son los dulces que, con nombres jocosos y lascivos, llenan las estanterías de muchos comercios. Esos "chochitos ricos" con mantequilla y frutas del bosque, o los "cojones del anticristo", que era como llamaba el Beato de Liébana a su oponente, el arzobispo de Toledo, Elipando. Y para terminar, por supuesto, en el deseado "orgasmo" a la crema de orujo con frutas del bosque, que te promete un paraíso de sensaciones placenteras. Gula y lujuria para endulzar un estupendo y pecador viaje. Que recomiendo hagan cuando puedan.