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El instituto, tercera parte: nuestra historia escrita y gráfica

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El instituto antiguo (Foto Francisco Godoy)

Entramos ya en la tercera y última parte del repaso por mi estancia en el instituto de bachillerato. Como decía en la anterior entrada, para ello me guiaré de las agendas, además de otros recuerdos que han surgido tras las conversaciones con los que fueron compañeros de aquellos tiempos. Las agendas eran unos blocs que usaba para tomar notas, guardar los horarios de curso, hacer cálculos matemáticos, anotar las tareas por asignaturas... y además para hacer dibujos, caricaturas de profesores y alumnos, expresar mis pensamientos, mis sentimientos, mis opiniones sobre la realidad. Amén de un lugar de libre expresión que usaban también mis amigos y compañeros. Una especie de blogs contemporáneos, pero en formato artesanal y analógico. En ellas se puede seguir parte de la historia y la intra-historia del periodo.

El patio y la casa del guarda (Foto Francisco Godoy)
El instituto, en el edificio originario, además de las dependencias de aulas, gimnasio, aseos, secretaría y sala de profesores, tenía su biblioteca, que estaba en la parte octogonal, entrando por el pasillo hacia la izquierda. En ella prestaba servicio un bedel al que se llamaba Manuel, una persona mayor, muy amable y respetuosa, con la que daba gusto tratar. Decían que había sido guardia civil, pero eso no lo he podido comprobar. Además se ocupaba de la fotocopiadora. En la entrada, en la conserjería estaba una señora, junto a la escalera que llevaba a la planta alta. Le llamaban “la guapa”. Ni recuerdo su nombre de lo insulsa que era. Como tampoco el del otro bedel con el que contaba el centro, otro señor mayor que tenía un problema en la columna o en la espalda que le obligaba a inclinar la cabeza y parecía que solo miraba al suelo, por lo que le conocíamos como“el cuenta losas” o“cuenta losetas”.


Cuando hicieron el otro edificio, “La Moncloa”, instalaron allí el laboratorio, otras aulas y la sala de música. Para ello ocuparon parte del patio que rodeaba el edificio original. Entre las aulas del “octógono” había unas vallas metálicas que formaban con sus muros unos jardincitos de forma triangular, que fueron eliminados, más tarde, como vemos en las fotos. Posteriormente adosaron nuevos edificios que fueron reduciendo el enorme patio, que estaba dotado de instalaciones deportivas. En la esquina izquierda, junto a la valla que lo circundaba, estaba la casa del guarda, que, creo, ocupaba uno de los subalternos del centro. Junto a ella había un puesto, el de BaldomeroPalomero, padre de uno de los dueños de Muebles Azahara, que montaba en las horas del recreo. En él se vendían golosinas, bollería, dulces, bocadillos para el desayuno, etc. Más de una vez hicimos uso de sus servicios. Aunque también otro lugar que frecuentábamos, cuando ya nos dejaban salir del centro, en el recreo o en horas libres, era la fábrica de pan, la Agrupansa, donde muchas veces fuimos a comprar pan recién horneado o dulces, para el desayuno. Antes de acabar el bachiller la cerraron, por la crisis, y en su lugar urbanizaron y se creó el barrio conocido aún por el nombre de la fábrica.

El Ferrobús, frente al instituto

Otros bares que nos acogían en las horas libres eran el Santa Rosa, en la Gran Vía Aulio Cornelio, junto a la Agrupansa; o el Zapaterillo, donde le gastamos la broma de la “curiana” a Manolo, su dueño, que conté en la entrada correspondiente del Diccionariopalmeño de la parcelilla. Y también el bar de Ángel, el “bala”, irónico mote debido a su lentitud en servir, que ponía buenas tapas de ensaladilla, champiñones a la plancha y patatas ali-oli. Le llamábamos también “Juan Cojones”. Una amiga creyó que era su nombre real y, una vez, empezó a llamarle “¡Juan, Juan!” y, claro, él no le hacía caso, hasta que nos dimos cuenta y, entre risas, le advertimos de su error.

La "Tira"

También disfrutábamos en los ratos libres yendo a la conocida como “la tira”. Esa franja de terreno ajardinada a lo largo de la carretera, desde el Colegio Carmona Sosa (Duque de Rivas, hasta la muerte del director del mismo nombre, familiar de los dueños de la Ladrillera que había entre C/ Alfarería y C/ La Barqueta, donde estaba el “chimeneón” que aparecía en el primer post de esta serie), hasta el cruce con el camino del Cementerio, que existe aún. Retozar, charlar o simplemente tomar el sol sentados en el césped era un gran placer. Hasta que pasaba el jardinero conocido como el “Pistolilla”, montado en su bicicleta y nos advertía que él también sabía escribir, refiriéndose a ponernos una denuncia por pisar el césped.

libertad de exprsión

A cuenta de esto quiero recordar las protestas por el endurecimiento del régimen disciplinario en el centro. En un claustro de profesores se informó de la creación de una “Comisión para estudiar la Disciplina” (Claustro del 4 de abril de 1978). Eso lo tomamos, cuando se avanzó en la idea, como la creación de un Consejo de Censura. En mi “agenda” se reflejan esas protestas y se aboga por la libertad de expresión, cosa que sí tenía lugar en ella. Lo anoté porque, como delegado de curso, asistí a aquella reunión. Como ya he dicho, no existían los consejos escolares entonces. Pero en el instituto se tomó la sana costumbre de invitar a los delegados cuando había que tratar temas que afectaban al alumnado representado. Asistí a varios. Incluso a uno que supuso otro incidente. Una vez nos enteramos de la reunión de profesores y fuimos varios delegados. En la reunión, ya empezada, Jesús Valencia, preguntó airado por nuestra presencia. Se nos advirtió de las reglas de juego, pero se nos permitió permanecer, a pesar de no haber sido convocados. A mí me chocó la actitud de este hombre. Fue nuestro profesor de Lengua y Literatura de primero, un excelente maestro, muy educado, correcto y apasionado por su asignatura. Tenía razón, y aprendimos la lección.


Aunque también, posteriormente, y motivados por la “efervescencia constitucional” (el referéndum de ratificación del 6 de diciembre de 1978), a modo de “venganza humorística”, redactamos la “Constitución Estudiantil”, que aparece en la agenda de ese curso. Algunos artículos dicen así:

Art. 1.1 Todo estudiante tiene derecho a copular libremente.”

Art. 2.1 Ningún estudiante tiene el deber de defender al INB y pagar la matrícula.”

Art. 3 Todo alumno tiene derecho a permanecer callado aun cuando sea preguntado por la profesora de Historia.”

Art. 5. 1 Todo INB tendrá derecho a que lo parta un rayo el día que lo necesite.” (Otra vez sale a relucir el incidente del rayo).

Art. 6 El INB es una anti-unidad de anti-destino en lo anti-universal.”

Y así hasta 10 artículos y 3 disposiciones adicionales más, en el mismo alocado sentido. Era nuestra forma de desahogo particular.

Caricatura de J. Moya

Y ya que hablo de un profesor, aprovecho para nombrar a otros. Unos que recordamos hace poco hablando de estos artículos míos y que no me dieron clase, por ejemplo, Isidra, de Historia, que llamaban “Isi”, que se contoneaba frotándose con la mesa, de forma lujuriosa, mientras explicaba su lección. O Agustina, de Francés (yo tenía inglés, como ya he escrito), con su permanente sonrisa y muy simpática. Algunos de ellos y ellas fueron caricaturizados en mis agendas. Caricaturas cuya autoría me reservo en el anonimato, por obvias razones. 

Caricaturas del profesor de filosofía y la de historia

Por ejemplo, están el profesor de Filosofía de COU al que apodábamos el “Oxford”, que fue operado de la espalda en pleno curso. O la profesora de Historia, también de COU, Carmen Flores, que usaba lentillas y decía que tenía un novio que trabajaba en una central nuclear.

Caricatura de Antonio Montero

También recogen las agendas las caricaturas de Antonio Montero (profesor de Filosofía), Julián de las Heras (de Matemáticas), o José Moya (de Latín, la abeja Moya). 

Caricatura de Julián de las Heras

Otro reflejado en nuestro satíricos dibujos fue Juan Tirado, profesor de Literatura. La caricatura hace referencia a laprohibición de fumar que implantó en sus clases. Entonces en el instituto fumaban en clase todos, profesores y alumnado, algo inconcebible en la actualidad. Sin embargo este hombre no dejaba fumar. Así que alguien reflejó su protesta en la agenda (yo no fumaba entonces, aclaro) con una versión del Cantar del Mio Cid, primero, y de La Celestina, modificando el texto.

Caricatura de Juan Tirado (literatura)

Lacaricatura era una forma divertida de expresión de la que tampoco se libraban los alumnos, los compañeros, especialmente los de derechas. Y, por supuesto, el dibujo satírico y publicitario fue una manera de dar rienda suelta a acontecimientos de actualidad, en un momento en que la política se vivía con la pasión de la novedad, de algo que se estrenaba, de unas libertades que se estaban recuperando tras largos años de dictadura. Hechos como el referéndum constitucional ya reseñado, o el del acceso a la autonomía de Andalucía, el 28 de febrero de 1980, tuvieron su lugar destacado. E incluso la propaganda más o menos panfletaria sobre cualquier tema, ya fuese estudiantil o general.

Caricaturas políticas: 28 Diciembre, la izquierda. Y la pregunta del referéndum autonómico

Estos artículos han provocado que contactemos algunos de aquellos compañeros que vivimos esos cuatro intensos años. Hemos recordado sucesos y a otros alumnos y alumnas que ya hace tiempo desconocemos qué ha sido de ellos y ellas. Por ejemplo, en una conversación con José Angel y Pepe Lora salió a relucir a la amiga que llamábamos la “Ropero” o la “Roperito”, María José, que se cambiaba de ropa varias veces al día, y que estudió Derecho y tuvo éxito con divorcios, separaciones y demás asuntos de familia. Como también me he acordado de Lola Guerra,Belén León, o Marisol Almenara, que era de cursos inferiores y con quienes trabamos amistad duradera. Y de Toñi Martínez, amiga especial de Fuente Carreteros, a la que frecuenté incluso después cuando estudió magisterio. También en la conversación surgió Cristina, la profesora de Latín que murió estando en segundo curso. Estuvimos dudando si fue de Latín o de Historia. Era de Latín, como dije en mi primer post. Una anécdota que recordé luego, estando ya en casa, lo confirma. Una vez Cristina estuvo explicando el origen latino de algunas palabras en castellano. Tras explicar varias palabras preguntó a la clase qué palabra derivaba del latín “omnis, omne”. Casi todos contestamos a la vez: “¡hombre!”. Cristina, que había levantado sus brazos para animarnos, los dejó caer sobre su falda de cuadros escoceses, desilusionada. “¡No, hombre viene de “homo”! ¿No os suena omnipotente, que puede todo? “Omnis, omne” es todo”. La explicación etimológica no dejaba lugar a dudas, fue la que nos introdujo en la lengua de los romanos.


Por cierto, esta explicación me ha recordado las palabras de los comentaristas cuando estuve viendo el juramento de los cardenales que se encerraban en cónclave para elegir nuevo Papa. Lo podéis ver al final del vídeo (no os asustéis, son solo tres minutos). Cuando el maestro de ceremonias dice las palabras “Extra omnes” para cerrar las puertas de la Capilla Sixtina, el comentarista “traduce”: “todos los hombres fuera, los hombres fuera”. Lo mismo que nosotros dijimos para decepción de nuestra profesora. Algo perdonable en unos novatos como nosotros, pero algo imperdonable en el corresponsal de la televisión propiedad de la Conferencia Episcopal española, cuyos miembros se comunican con su colegas precisamente en latín.


Volviendo a los compañeros y las agendas, merece mención especial el nombre que dábamos al grupo: MUL-ETA. Denominación derivada de las muletas que usaba Antonio Mantero, pues era y es cojo. Incluso llegamos a hacer una logotipo. M.U.L.-E.T.A. eran las siglas deMovimiento ¡Uh! Libertario – Ejército Tomapelista Andaluz. Y lo llamábamos también la Policía Política, por llegar a convertirnos en unos líderes que se desenvolvían con patente de corso y fama entre el alumnado. Con lo que presumíamos de poner (nuestro) orden entre los menores. Éramos unos cachondos, con muchas ganas de juerga, pero también responsables y con buenos resultados académicos.


Estas agendas fueron también mi primera experiencia en el mundo de la escritura y la literatura, los inicios de una vocación por escribir que se tradujeron en unos mini relatos que anuncié como “la apasionante novela policíaca surrealista Alegoría en sí bemol de un piano sin dos teclas, irreal como la vida misma”. Además de los diversos artículos que publiqué en la nombrada revista Creación. Y que tuvo continuidad en las diversas publicaciones en las que he colaborado después: la revista Palma, que editaba mensualmente el Ayuntamiento, La Voz Palmeña, que publicamos en la Asociación Cultural Vientos del Pueblo, en El Periódico de Palma del Río, y por supuesto, en mi blog.

El nuevo edificio del instituto

Damos con esto por terminada esta serie de recuerdos acerca del paso por el instituto. Si recupero material interesante sobre aquellos años, o algún compañero o compañera de entonces me sugiere otras cuestiones, ya tendremos la oportunidad de reflejarlo convenientemente en futuras evocaciones.

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