Según recoge en su edición de hoy el diario Público, unos correos de la CIA, interceptados por Wikileaks, demuestran que el cadáver de Osama Bin Laden no fue arrojado al mar, tras su muerte violentea, sino que fue embarcado en un avión y enviado a Estados Unidos. Esa explicación que nos dieron entonces, que apostillaron como una ceremonia "de acuerdo con los preceptos islámicos", se nos antojó extraña, pues éstos obligan al enterramiento, no a arrojar al mar a los muertos. Desde entonces los rumores, sobre si había muerto o no, no cesaron de propagarse. El comunicado de esta organización internacional, especializada en introducirse en los sistemas de información más sofisticados y, teóricamente, más seguros, y en hacer públicas informaciones comprometedoras con estados y gobiernos de todo signo, da que pensar. Al menos, ya sospechamos que nos engañaron con el destino del entonces líder de Al Qaeda. No olvidemos que este personaje llegó a ser lo que fue, porque tuvo el apoyo de los Estados Unidos para hacer la guerra a la antigua URSS en Afganistán.
Si nos engañaron con el sepelio, ¿podríamos pensar que también ocultaron la verdad en otros aspectos? ¿Y si no hubiera muerto? ¿Estará como aquel Curro, de vacaciones en el Caribe? Sin no está muerto, ¿estará de parranda? Habrá que seguir atentos a los mensajes de Wikileaks.
