La ley hoy nos impone no hacer campaña electoral. Puede que esto tenga sentido o puede que no. En un mundo que cambia cada pocos minutos, y donde los medios de comunicación y las nuevas tecnologías rompen todo tipo de barreras (temporales, espaciales, personales...), el que tengamos un día así parece algo de otros tiempos, ya superados afortunadamente. No obstante cumpliré con la obligación legal.
Reflexionaremos, sobre todo por la importancia de la cita de mañana. La foto con que ilustro la entrada es de un reportaje de El País. En ella se ve a Antonio Maura en 1920 ejerciendo su derecho al voto. La foto es curiosa, pues, además de la indumentearia de otros tiempos, vemos cómo se podía hacer propaganda en el mismo colegio electoral. Se ven claramente carteles donde aparecen los candidatos a diputados por el PSOE: Pablo Iglesias, Fernando de los Ríos, Julián Besterio, Indalecio Prieto...Algo ahora inconcebible, pués está prohibido hacer publicidad electoral, durante el día de la votación, en los colegios electorales y sus inmediaciones. Hoy es "jornada de reflexión" y vemos, sin embargo, cómo se informa en los medios de comunicación convencionales o de internet de los actos de fin de campaña de los partidos, relatando sus peticiones de voto y argumentos. Incluso la gente hace su propia "campaña" (aunque no se pida el voto directamente) en las redes sociales como Twitter o Facebook. ¿Es lógico mantener esas prohibiciones actualmente? Reflexionemos.
Yo, por lo pronto, pensaré en la importancia del acto de mañana. Parece poca cosa, sin valor. Muchas veces pensaremos que nuestra decisión individual no vale para nada. No es cierto. El resultado de unas elecciones es la suma de muchas decisiones individuales. Unas veces nuestra opción es la ganadora, otras, la perdedora. Pero SIEMPRE nuestra decisión es fundamental. Por eso hay que ir mañana a votar. En el reportaje de la fotografía faltan imágenes de otros tiempos intermedios, la época de la Dictadura de Franco, muchos años donde no se pudo votar con libertad. Por eso es mucho más importante ejercer nuestro derecho. Ganaremos o perderemos, pero no serán otros los que hayan decidido por nosotros. Si no lo hacemos, nuestras quejas no tendrán el mismo valor moral ni político. Y la política democrática nos compromete a todos.