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El voto aristocrático de Salvador Sostres

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Salvador Sostres es un señor que hace unos meses se hizo famoso porque las cámaras de Telemadrid le pillaron en un descanso, mientras emitían publicidad, lanzando barbaridades sexuales sobre las jovencitas, tales como: "el punto mágico de esas chicas está en los 17, 18 y 19 años, con la tensión de la carne. De primer rasurado, porque el segundo pica. Esta carne que rebota, joven. Y ese entusiasmo, que te quieren enseñar que están liberadas, que ya son mayores". Y algunas cosas más, aunque fue advertido que el auditorio del programa estaba compuesto por niños y niñas de un colegio. Muchos no le conocíamos entonces y, al informarnos, comprobamos que no eran estas sus únicas salidas de tono, pues tiene un blog en el diario El Mundo, donde reparte opiniones, como diría Aznar, sin complejos. 

No es este el asunto que quiero tratar, sino el artículo que ha publicado titulado "El voto ponderado". Hoy ha defendido en su blog lo siguiente: "Del mismo modo que se exige a los políticos el gobierno de los mejores, estaría bien que también entre los votantes tuvieran más protagonismo y capacidad de decisión los mejores". Es la síntesis de su propuesta. No todos los votos son iguales, el de los mejores debe valer más a la hora del recuento. ¿Y quienes son los mejores, según él? "¿Es la cultura un valor seguro para calibrar la importancia de la opinión de alguien sobre cómo España tendría que ser regida? La declaración de la renta es una referencia mucho más clara e irrefutable", ha dicho. No me extraña que desprecie la "cultura" este "periodista y escritor", ya que solo estudió un curso de la carrera de periodismo. Pero es que además argumenta en que si alguien "ha sabido organizar su empresa es mucho más fácil que sepa organizar una administración que no los que nunca han ido más allá de los codazos dentro del partido y no han tenido que jugarse su dinero ni su vida por nada." Es decir, que Sostres propone que el voto de los empresarios tenga más valor que el de "los patanes". 

Este modo de argumentar adolece de varios defectos. El primero es el de considerar que los empresarios son los que más aportan al Estado en la declaración de la renta. Se sabe que son las rentas del trabajo, no las de capital, las que constituyen el porcentaje mayor de la recaudación por IRPF en España. Un segundo defecto es pensar que por pagar más impuestos se es más inteligente o se está mejor preparado, se es mejor. Seguro que él paga bastante y no tiene la carrera terminada. 

Pero otra cuestión más grave, intrínseca en el planteamiento, es la de que el voto debe ser desigual, porque se debe primar a los mejores, no solo a la hora de elegir, sino para elegir. El sufragio universal es uno de los pilares básicos del estado democrático. Todos los mayores de edad tienen derecho a votar y a ser votados. Es la mayoría la que decide qué es lo mejor y quién es el mejor capacitado para administrar la cosa pública. Las revoluciones liberales del XVIII (francesa y estadounidense) impusieron el voto censitario, sistema que se extendió en el siglo XIX con el sistema burgués, como ocurrió también en España. El censo no era el de los mayores de edad, sino el censo de los propietarios. Se exigía un determinado patrimonio mínimo y un nivel de rentas a partir del que se tenía derecho a votar. De esta manera los obreros, campesinos pobres y todo el que no fuese empresario acomodado o aristócrata terrateniente no tenía derecho a participar en los asuntos públicos. Fueron los tiempos en que se negaron los derechos a las clases bajas que ayudaron a la burguesía a derrocar al Antiguo Régimen. Los tiempos en que se reprimían con la fuerza bruta a los movimientos obreros y cuando nació el sindicalismo, frente a la explotación y el abuso de los patronos, y socialismo, como movimiento político. Eran los tiempos del caciquismo y las elecciones amañadas. Es decir, eran los tiempos que añora el señor Sostres, donde solo votaban los que "pagaban las nóminas de su bolsillo".

Para Sostres, éstos son los mejores. No solo los únicos elegibles, sino los que tienen un voto de calidad. Porque este señor se apunta a la corriente ahora en boga de criticar a los actuales gobernantes por analfabetos, por "incapaces". Está de moda no solo en tertulias, sino también en artículos de opinión, supuestas noticias, y sobre todo en los comentarios anónimos de las ediciones on line de los medios periodísticos y en algunos blogs, considerar no preparados a los que no tienen una empresa, no son funcionarios de alto nivel o no tienen un trabajo fijo, negándoles el derecho a ostentar un cargo público. Eso sí, si son socialistas, claro, porque si son del PP no tienen problema ninguno. Como tampoco lo tiene Sostres, que, repito, no hizo más que un curso de la carrera universitaria. Es el sistema de la "partitocracia" el culpable, dicen y hasta gritan en medio de insultos, injurias y hasta calumnias, los defensores de esta tesis, que, como vemos, es vieja, muy vieja. La vieja tesis liberal decimonónica...y antidemocrática, de nuevo planteada como "gobierno de los mejores", es decir, gobierno aristocrático. La vieja tesis que sirvió de modelo ideal al Fascismo, que tanto daño hizo en la primera mitad (y en España, por desgracia, durante más tiempo) del siglo XX. Porque los que se aprovecharon antaño del Franquismo para medrar son ahora los que lanzan a los cuatro vientos estas propuestas, para acabar, como lo intentaron en el siglo XIX y también en el XX, con otras opciones políticas que a ellos les incomodan. 

En fin, nada nuevo bajo el sol. Ahora, como antaño, siguen quejándose los mismos porque los “patanes” (los empleados, los obreros, los estudiantes, los rojos, los que no tienen ancestros ilustres, los que no tienen un máster de Georgetown...) tengan derecho al voto. Sigue siendo necesario, como vemos, exigir, de verdad, más democracia. Frente a los aristócratas del voto.

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